​Ínsito en la informalidad

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Daniel

Por Daniel Leocadio.


Al principio de la pandemia escribí un artículo para una revista argentina  titulado: estado de emergencia versus informalidad. Consecuencias futuras e inmediatas para países en vía de desarrollo. Exponía allí la problemática a las que se enfrentan los países como el nuestro frente a una pandemia que no ha perdonado ni la economía.


Advertía que si los gobiernos no se abocaban a medidas integrales como ayuda a sus ciudadanos el desenlace sería fatal. Ahora bien, enfocándonos en el caso nuestro podemos afirmar que desde el inicio de la pandemia el gobierno de entonces se afano solo en dar respuestas momentáneas para una necesidad de largo plazo, dentro de esas medidas podemos citar el programa FASE, quédate en casa, y PATI, todos en la misma dirección, socorrer a las familias que se quedaron sin ingresos por el estado de emergencia producto del virus y el toque de queda.

 

Aunque también en algunos casos las medidas buscaban aumentarles el monto a los programas de ayudas sociales tal es el caso del programa solidaridad. 


Pero qué pasa con la ayuda social en un país donde según datos del banco central un 54% de los empleados pertenecen al sector informal, lo que a su vez se traduce en una cantidad elevada de ciudadanos que no cotizan en la seguridad social y por consiguiente carecen de un seguro médico que le garantice su salud. Sumado a esto tenemos que según el mismo banco central en nuestro país el 38% de los negocios son informales, los cuales a la fecha han despedido cerca de 450,000 trabajadores solamente entre abril, mayo y junio siendo así unos 100,000 por mes según datos de la confederación nacional de unidad sindical. Pero los números no acaban acá El mismo informe señala que 500,000 mil dominicanos dejaron de cotizar al cierre de julio traducido quiere decir que medio millón de familias quedaron sin protección sanitaria en medio de una emergencia global.


Por lo tanto analizando estas cifras frías dadas por el mismo gobierno podemos afirmar que el gran reto de la administración del PRM es una redirección del gasto social, pero no para gastar menos o mas sino para gastar bien y que incluya en gran manera a los sectores informales que por su condición inherente en muchos casos son invisible a las estadísticas, esas que usa el gobierno para tomar decisiones. De esta manera podemos mitigar el drama humano que significa una pandemia en un país informal. La situación es tan grave que según el economista Jaime Arístides Escuder del  gobierno no continuar con el programa fase después de enero los despidos serian por montones, pero agréguele a eso que cercanos colaboradores del presidente ya están diciendo que el mantenimiento del programa fase  más allá de enero es insostenible. 


Mientras tanto que el gobierno del presidente Luis Abinader desarrolla su plan de gobierno en medio de las difíciles circunstancias que le toco gobernar como ciudadanos nos toca aportar nuestra parte. 


Me refiero a la buena administración de los recursos disponibles, eliminar los gastos superfluos y sobre todo asegurar o mantener la fuente de ingresos que tenemos. Ya que como dije al principio de la pandemia en otro artículo no es lo mismo pasar una cuarentena en un apartamento con TV, internet, comida y una habitación individual, que pasarla en un barrio popular sin agua ni luz, una cortina como paredes y una casa estrecha como único habitad.  Sin mencionar la ansiedad e inseguridad que genera el quizás no saber que se comerá.  Esa es la diferencia de los informales, de esos que viven del día a día, del que vende aguacates, perros, paletas, del paqueador, del frutero, de la Sra. Del café. Ellos   en comparación con la clase trabajadora formal van en desventaja y para socorrerlo el estado tiene los recursos de aquí que ellos quizás no ordenan la cena vía una aplicación, pagan con la tarjeta, o viven en un sector 24 horas de luz donde el agua no se va. Como podemos observar tenemos 2 realidades y una de ellas es que acá en nuestros barrios se está pasando hambre y la están pasando quienes dependen en gran manera de las ventas diarias, los que trabajan hoy para comer mañana. A esos son los que más fuertes ha tocado este estado de emergencia y posterior toque de queda, a los informales. De aquí que yo insisto en la informalidad y sus respuestas inmediatas.


El autor es escritor, comentarista y estudiante de marketing.

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