Qué Se Dice: Señales ominosas

Por Claudio Acosta

Puede tratarse de una casualidad, de una simple coincidencia, bastante probable en el caso de una ciudad como Santiago, donde hay muchas casas y edificios de madera y abundan las conexiones eléctricas irregulares.

Pero cuando un partido como el PLD está pasando por todo lo que sabemos cualquier señal, por nimia o irrelevante que parezca, puede adquirir dimensiones ominosas, indicadoras de que las desgracias, que nunca vienen solas, continuarán golpeando a esa otrora poderosa maquinaria política y electoral.

Por eso hay tanta gente razonando que el incendio de un local del partido morado en la Hidalga de los 30 Caballeros, que también afectó dos casas de estilo victoriano en el Centro Histórico, es poca cosa para lo que todavía le espera a su dirigencia, que ha sido puesta en salmuera por un Ministerio Público independiente que ya mandó a la cárcel a dos hermanos del expresidente Danilo Medina.

Algún peledeísta de los que todavía se atreven a sacar la cabeza dirá, sin que la falte razón, que ya han sufrido suficientes desgracias, la principal de todas la pérdida del poder, y que las acusaciones de corrupción a su dirigencia, las que ya están en los tribunales y las que faltan, no tienen porqué arrastar al abismo al PLD, siempre y cuando ese partido marque distancia de esas acciones, que al fin y al cabo solo comprometen la responsabilidad personal de quienes las hubieren cometido y se lo puedan probar en los tribunales.

Pero eso, a estas alturas, todavía no ha sucedido, como si las persecuciones judiciales hubieran afectado su capacidad de reaccionar, de defenderse apropiadamente, a pesar de que está en juego la supervivencia de la organización.

Que no merece, por el bien de la democracia y de todos aquellos que alguna vez creyeron que sirviéndole al PLD le servían a su país, hundirse en el fango y desaparecer por culpa de los errores e inconductas de una dirigencia que deshonró la memoria del profesor Juan Bosch.