​¿Y dónde quedó el orden y la prudencia?

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Amarilys Estevez

Mientras se acercaba el asueto de Semana Santa, el llamado de las autoridades, instituciones y ciudadanos que anhelan el bien común, estuvo dirigido a mantener el orden y la prudencia; este año de manera particular enfocado para evitar un rebrote del Covid-19 y sus estragos.


La responsabilidad fue asimilada de manera particular y muy de acuerdo a sus intereses. Las iglesias, por ejemplo, adaptaron sus actividades a la realidad actual. La asistencia fue limitada y algunos eventos cambiaron de horario. Todo esto para cumplir con los protocolos establecidos y sumarse a la lucha para frenar la pandemia.


Otros hicieron todo lo contrario, en sus escenarios imperó el desorden y el desafío a las autoridades. La burla fue la carta de presentación de cientos de personas que lejos de atender el llamado y cumplir con el deber ciudadano, incitaban al incumplimiento de lo solicitado.


Toda acción trae sus consecuencias; más adelante estarán pagando “justos por pecadores”, por la simple razón de no ajustarse a las normas sociales y cumplir las disposiciones gubernamentales.


Las autoridades deberán analizar el accionar de esos que en medio de la Semana Mayor, a pesar de las “restricciones” sanitarias, formaron multitudes y desórdenes en perjuicio de la colectividad, y así tomar medidas drásticas. Acciones como esas atentan al desarrollo económico, al sistema de salud y la estabilidad en sentido general.


El Cristo resucitado ha de despertar en los dominicanos el deseo de una mejor nación, y así dejar de lado tantos hechos irresponsables y desalentadores que alejan a Quisqueya del camino del desarrollo.

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