​CULTURA VIVA

La tertulia literaria del señor Paulino

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Lincoln López

Por Lincoln López


La tertulia literaria es una actividad cultural y educativa que se desarrolló en esta y otras ciudades del país pero con mayor frecuencia en el pasado siglo XX. Tenía generalmente como sede la casa de familia de una persona que convocaba a un grupo reducido de amigos y relacionados en una fecha fija, donde solían tratar diversos temas culturales de interés colectivo.


Viendo en retrospectiva la tertulia, pienso que la misma se basaba principalmente en el diálogo. Es decir, los contertulios no éramos seres pasivos. Esos planteamientos formulados con argumentaciones encontrados y dialogados cumplían una de las funciones de la educación: el aprendizaje.


Hace muchos años, siendo yo muy joven, recibí la invitación para integrarme a una tertulia dominical a partir de las 5 de la tarde, de parte de alguien que la mayoría le llamábamos: el señor Paulino. La misma se realizaba en su casa solariega de entonces, situada en la zona sur de Santiago. Una casa sencilla y elegante, sobriamente decorada. Carente de detalles barrocos. Muy poco poblado el área.


Por otra parte, el señor Paulino era un ser humano magnífico y ciudadano ejemplar, de temperamento cordial,  con una voz firme pero de seda; aunque era empresario (propietario de la Agencia de viajes Paulino), tenía una elevada formación cultural. Además, artista. Perteneció como violinista a la primera orquesta de La Tabacalera junto a una pléyade de músicos clásicos de la época (la segunda, se fundó años después, Los Caballeros MonteCarlo. Esa es otra historia.). Posteriormente prestó servicios diplomáticos en el exterior.


Llegué ese próximo domingo a la hora convenida. Esa primera tarde, estuvo de sorpresas. La más importante, que entre los invitados permanentes estaba el gran poeta cubano José Angel Buesa y su esposa, el declamador y actor cubano, Alberto González Rubio, que en esos tiempos

residían aquí en Santiago.


Otro integrante permanente, era (y lo es) una estrella de primera magnitud de la Pintura Dominicana, el maestro Yoryi Morel, el señor Paulino, su bella hija Clarisa (la más joven del grupo), tres o cuatro invitados más cuyos nombres el tiempo borró…ah, no debo dejar de mencionar al jefe de cocina, un atento y capacitado señor del arte gastronómico, y yo.


El tiempo que asistí a esa tertulia, admito, fue un antes y después en mis conocimientos sobre el arte.


¡Cuánta erudición tanto en las ponencias de don José Angel Buesa como en las del Maestro Yoryi Morel!. Para entonces, yo estaba más interesado en los poemas de Buesa y en las serenatas, que en abordar el fascinante mundo de la literatura o del mundo de la pintura, el expresionismo el impresionismo… El momento artístico, no podía ser mejor, declamar versos, don Yoryi y su violín…


Hoy evocando esa tertulia, siento el deber de testimoniar mi agradecimiento a todos esos maestros, y a la gentileza de incluirme del señor Genaro Paulino. Gracias por sus enseñanzas artísticas, culturales y éticas.

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