Un espejo llamado volante (3-3)

Por Daniel Soriano

Como se puede observar, la reacción violenta de muchas personas al momento de dirimir una situación al volante no siempre es pensar en el seguro o daños a los vehículos, esto también abarca la vida de los demás, debiéndose, según los estudios como el de la Universidad del Temple en Filadelfia y el del Instituto de Investigación y Estudios de Tránsito de la Universidad de Valencia, en España, destacando lo siguiente:

Ambos señalan que la población de hombres entre 30 y 35 años son los más propensos a mostrar agresividad al volante, como también los más cautelosos luego de un accidente. La razón se debe, según el estudio al instinto natural de supervivencia, ya que vieron su vida pasar como si fuera un espejo, y, particularmente, creo que así debe ser, puesto que la forma en que manejamos habla de nosotros, la manera en que tocamos bocinas dice tanto que asusta y nadie que se lleve una luz roja puede andar por el mundo hablando de responsabilidad, pues en múltiples casos quienes revesan temerariamente son capaces de abandonar una función por la simple presión del tiempo y peor aún, los que gritan a los demás por la poca velocidad que llevan suelen ser los acérrimos críticos de la decisión ajena sin conocer a profundidad lo sucedido.

De igual modo el mismo estudio señala que quienes se robaron un parqueo de embarazada, tomaron un carril expreso solo para evitar un atajo o siguieron un vehículo de emergencia para salir de un tapón.

Estos suelen también mentir en preguntas claves al momento de llenar cuestionarios o responder preguntas importantes a las autoridades, como se puede observar la forma de manejar se refleja y afecta no solo en la carretera, sino que dichas costumbres se extrapolan hacia otras áreas de nuestras vidas. Esto se traduce a que quienes tenemos la responsabilidad de llevar un volante no solo estamos trasladándonos de un punto a otro, también viajamos con un espejo que a veces muestra nuestro lado menos responsable con una simple maniobra al conducir, porque el volante, mi querido lector, el volante es un espejo.