​Cultura viva

“El arte de hacer posible lo difícil”

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Lincoln López

Por Lincoln López


             Desde la aparición en 1812 de las obras navideñas para niños de los escritores alemanes Jacob y Wilhelm Grimm, esa fuente de origen bíblica siempre ha estado presente en la literatura mundial con importantes escritores como el británico Charles Dickens, el danés  H. C. Andersen, el irlandés Oscar Wilde, el español Benito Pérez Galdós, la argentina Liana Castello, el venezolano Aquiles Nazoa, el dominicano Juan Bosch...


            El cuento que transcribo más delante pertenece a una magnífica escritora de la actual generación española. La seleccioné en razón de su valiosa, original e interesante propuesta literaria sobre el tema de la Navidad. Además porque ella conserva en su obra narrativa los elementos sustanciales del cuento: personajes y tema de una sola línea argumental,  brevedad y sencillez y el final sorprendente...


            Paz Monserrat Revillo (España, 1962) es considerada ¨una de las voces más prometedoras de la narrativa española actual¨. Ha ganado varios premios en diversos certámenes literarios; y algunas de sus piezas han sido incluidas en antologías como Mar de pirañas, Nuevas voces del microrrelato español¨. Algunos de sus títulos: Esta noche te cuento, Acumán, El bosque y yo, Hormonautas…


         La literata Revillo ¨es bióloga de formación, profesora de profesión y escritora por pasión¨. Sobre esta característica personal ha dicho: ¨Ha sido algo natural en mí combinar la ciencia con la literatura, los considero alimentos igual de nutritivos y no me parecen incompatibles¨…


         Reproduzco el cuento breve de Paz Monserrat Revillo sobre la Navidad, escrito en 185 palabras, titulado: El arte de hacer posible lo difícil:  


        ¨El orgulloso Melchor depositó el cargamento de oro a los pies del Niño. Después miró fijamente a los ojos del Bebé y en lugar del esperado agradecimiento recibió como respuesta la visión instantánea y completa de la vida del futuro Mesías. Todo el Nuevo Testamento, en sus cuatro versiones oficiales completadas por varias apócrifas, pasó ante sus ojos en un momento como por arte de Magia.


          ¨A la vuelta, mientras sus despreocupados compañeros cabalgaban hacia sus reinos sintiendo el alivio del deber cumplido, Melchor rumiaba cabizbajo una de las sentencias que el Maestro en pañales diría en el futuro. Esa maldita frase le impresionaba mucho más que todas las hazañas, los amigos rarísimos, la cruenta pasión y el truco final con que sorprendería al Mundo ese desobediente sin remedio.


          ¨En cuanto llegó a su lejano país mandó construir una aguja de tamaño gigantesco que plantó a la entrada de su reino apuntando al cielo. A partir de entonces, por el ojo de la aguja —convertido ahora en puerta del Reino— pudo salir cada Navidad con su camello cargado de lingotes, sin ningún remordimiento de conciencia¨. (Paz Monserrat Revillo. Jardinería de Interior. Enkuadres, 2019).

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