CULTURA VIVA

​“Pinares adentro”

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Lincoln López

Por Lincoln López


“Pinares adentro” (1929), es el nombre de la primera novela escrita por  Pedro María Archambault (1862-1944), un destacado historiador, miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia, periodista y diplomático de Santiago de los Caballeros. Su obra fundamental es: Historia de la Restauración (1938).


Esa obra ha sido rescatada en una nueva edición y puesta a disposición de los dominicanos, gracias a la voluntad de las autoridades del Archivo General de la Nación (Colección Juvenil, volumen XXIII). Es una “novela criolla” que consta de treinta y cuatro capítulos, y, los sucesos en su gran la mayoría tienen lugar en un bello lugar del Cibao llamado Rincón de Piedra.


Américo Lugo, destacado intelectual dominicano, prologando la  primera edición de 1929, escribe: “Esta es su primera novela y por ello podría considerarse como ensayo. Es, sin embargo, una de nuestras mejores novelas y compite ventajosamente con esa joya que se llama Baní o Engracia y Antoñita”…


Sobre el autor, Américo Lugo, también miembro de la Academia Dominicana de la Historia y periodista, en otra parte de su análisis, lo cataloga así: “Pedro María Archambault es un escritor realista, conocedor profundo del corazón humano, y muy especialmente de nuestras costumbres campestres y de la región en que sus personajes se mueven”.


Dos personajes sobresalen desde el primer momento: la joven Santica y su enamorado Miguel. Otros dos personajes son: Don Luis García y Antona, los padres de la muchacha. Los cuatro personajes interactúan en el capítulo I denominado: “Amor dichoso”. Este y todos los capítulos de la novela tienen la peculiaridad de sus propios encabezados. Por ejemplo, el VII se llama: “De Jánico a Santiago”, el XVII: “Ráfagas”, el XXXI: “La bruja”…Cada uno de ellos es breve y tiene “vida propia”, sin desvincularse de la trama central.


Una de las observaciones más agudas plasmadas por Pedro M. Archambault en su novela, es sobre el campesino dominicano, específicamente el cibaeño de entonces, es la que aparece en el capítulo II: “Cantaba el ruiseñor”. Veamos algunas de ellas: El campesino es “desconfiado, y huye del desconocido, mientras quiere a su perro como su compañero más fiel”…“El campesino es, desde luego,

profundamente religioso y humano”…


La picardía, la envidia, el sarcasmo, se manifiesta en el capítulo VI: “Entre los pinos”, en unos versos en el “Canto del hacha” entre dos campesinos sobre el tema de las mujeres. Dicho como fonéticamente se expresa un campesino del Cibao:


“La mujey que quiere a dó

  bruta no é sino abeitía:

 si una lú se le apagó

 le queda l’otra encendía”.


En fin, una obra literaria plena de una parte de nuestras raíces culturales, hoy cuasi desconocidas por los dominicanos, y por tanto, una de nuestras debilidades en la Identidad Nacional.

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