​El verdadero sentido del gremialismo

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José Armando Toribio

Por José Armando Toribio


Ser gremialista significa participar activamente en un gremio —una asociación de personas con un mismo oficio, profesión o condición social— y trabajar por su desarrollo, defendiendo los intereses comunes de sus miembros. Un verdadero gremialista dedica tiempo, muestra fervor por su organización, asiste a las actividades y aporta ideas, sin limitarse únicamente a aparecer en tiempos de zafras electorales, como si se tratara de “el salvador” de la entidad.


Cuando no se actúa de esa manera, casi siempre se opta por acusar a otros compañeros de querer adueñarse del gremio, sin reconocer siquiera que son ellos quienes han dado la cara, han trabajado de forma constante y hacen cumplir los estatutos e ideales que sostienen a dichas instituciones.


De ahí que no sea aceptable que haya personas que, cada dos años, en tiempos de elecciones, aparezcan como candidatos sin haber participado, aportado ni mostrado interés real por el gremio. No es honesto aspirar a dirigir una organización sin antes haber demostrado compromiso con ella; sin haberse ganado su espacio, y mucho menos sin haber trabajado en favor de su desarrollo. Es como pretender ganar la dirección de un gremio de la noche a la mañana, sin esfuerzo, constancia ni presencia.


Hoy en día, los gremios son más cuidadosos en la elección de sus dirigentes, pues la reputación y las acciones de quienes los conducen son ampliamente conocidas, ya que se difunden por redes sociales y otros espacios de la sociedad gremial. Tener ideas es valioso, pero no basta para liderar; primero hay que integrarse, asistir a las actividades y ganarse el respeto de los compañeros. Hay que construir espacios, no pretender que se los regalen o arrebatarlos con señalamientos y acusaciones infundadas.


Quizás estas palabras suenen muy directas para algunos, pero es la realidad. Sí, porque hay quienes creen que, por el simple hecho de decir cosas, ya están listos para dirigir. Y lo peor: descalificando a compañeros valiosos que solo han aportado desinteresadamente. Ese no es el camino.


Ser gremialista implica tener verdadera conciencia gremial, trabajar por la unidad, la confraternidad y la solidaridad, y defender los derechos y reivindicaciones de los miembros, siempre desde el compromiso y la participación activa. Bajo ninguna circunstancia se puede ser gremialista desapareciendo por dos años para volver solo en tiempos de campaña a dar discursos.

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