DESDE MI CABINA DE MANDO

​Sigan con ese miedo

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Pedro Domínguez

A pesar del evidente deterioro que sufre la industria aérea dominicana, quienes deberían ser sus guardianes siguen profundamente dormidos. El liderazgo aeronáutico, en lugar de tomar cartas en el asunto, permanece en un letargo que raya en la negligencia. Mientras tanto, la aviación nacional se desmorona ante nuestros ojos.


Cuando planteamos la posibilidad de someter al presidente de la República, Luis Abinader, por violación a la Ley 491-06 de Aviación Civil, un empresario del sector me calificó de loco. Incluso un piloto intentó generar una situación adversa en mi contra. Pero hoy me pregunto: si lo hubiéramos hecho en unidad, si hubieran tenido el valor de acompañarme en el sometimiento que realizamos, ¿sería necesario hoy hacer la siguiente pregunta?: ¿Estaríamos enfrentando las consecuencias de un tratado de Cielos Abiertos que está destruyendo lo nuestro?


El Presidente ha demostrado en múltiples ocasiones ser un hombre que escucha. Si se le hubiera alertado con firmeza, quizás el nefasto Acuerdo de Cielos Abiertos no habría sido firmado en los términos en que lo fue. Tal vez hoy no estaríamos presenciando cómo se arrincona y condena a desaparecer la aviación dominicana, tratándola como un estorbo en lugar de una industria estratégica para el país.


Pero los responsables de este descalabro están, como siempre, calladitos. Silenciosos. Cómodos. Como si nada tuvieran que ver con el daño causado. Qué pena. Porque esta industria tiene historia, tiene gloria. Desde 1911, con el pionero Zoilo Hermógenes García —quien soñó con un avión diseñado en nuestra tierra— ya hacíamos aportes a la aviación universal.


¿Sabían ustedes que García colocó en su poliplano el número 1844, en honor a nuestra independencia? ¿Y que ese acto simbólico anticipó el uso de matrículas en las aeronaves? Son detalles que demuestran que en la sangre dominicana siempre ha habido visión, orgullo y vocación aérea.


Somos un país de pioneros y de viajeros. A los dominicanos nos encanta volar, salir, conocer. No hay nación más entusiasta en sus aeropuertos. Entonces, ¿por qué nuestra industria está quebrando? ¿Por qué una de las empresas más importantes del sector está reduciendo pilotos, azafatas y técnicos?


Ojalá repunten. Lo deseo con el alma. Pero, ¿cuándo esos profesionales han estado dispuestos a luchar por lo nuestro? ¿Cuándo se atrevieron a exigir que en el IDAC se colocara a un técnico, y no a un “recogefruto”? ¿Cuándo alzaron la voz contra el Acuerdo de Cielos Abiertos, que hoy nos está dejando sin aire?


¿Dónde estuvieron cuando se otorgaron privilegios ilegales a ciertas empresas, mientras las nacionales debían operar en desventaja? ¿Cuándo pelearon por un trato justo?


Ah, pero claro... Pedro Domínguez es el malo. A Pedro hay que tenerle miedo. Miedo porque dice las cosas como son. Miedo porque no le tiembla la voz. Miedo porque no tiene precio ni patrón.

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